20 dic 2010

Joyas callejeras

Siempre me ha gustado la música, siempre me ha gustado la expresión de sentimientos a través de una canción, de una letra, de una carta de amor o simplemente de una melodía. Me gusta dejarme atrapar por los sonidos que me rodean cuando estoy en un lugar mágico y hace bien poco he podido disfrutar de uno de esos momentos que guardas en un rinconcito de ti y no olvidas jamás.

Mientras pienso qué escribir sobre Roma, os dejo esta pequeña joya que me encontré un soleado domingo de noviembre, caminando por las calles de la ciudad eterna. Mientras todavía resonaban en mis oídos los ecos de la Fontana di Trevi, aún maravillado por su increíble majestuosidad, justo al llegar a la Piazza della Rotonda, en dónde se muestra imponente el Panteón de Agripa, ahí, como si nada, como si no importasen las miles de personas que pasaban por delante, estaba este chico, tocando para nadie, o para todos a la vez.

Yo fui el único que se paró a verlo, a escucharlo, a grabarlo, porque esa voz tan dulce me cautivó desde el primer segundo. Cada vez que veo el vídeo, me gusta más, pero ahora no tengo la suerte de estar en ese lugar tan mágico. Ahora estoy delante de mi ordenador y sólamente mis recuerdos y mis sensaciones me transportan a tantos kilómetros de distancia.

Siempre he tenido el sueño de tocar la guitarra, desde niño. Hace un par de años decidí comprárme una con la intención de aprender, al fin. En un par de semanas, hará un año que comencé las clases, sólo una hora por semana, quizás no mucho. Ahora puedo decir, después de tantos meses, que ya toco esta canción, a la que espero sigan muchas más.

Siempre que suenen estos acordes de Scorpions y su Wind of change, recordaré al chico italiano, recordaré ese viaje y recordaré que un domingo de noviembre estuve cautivo por unos minutos, mientras el mundo seguía girando.

5 comentarios:

QuietBrown dijo...

Yo también recuerdo una música mágia, pero era en Lisboa y el chico tocaba el piano, que llevaba instalado en la parte de atrás de su furgoneta. Tocaba sobre una pelota enorme, de ésas de Pilates, y su perro vagabundeaba entre el público.
Esos instantes son los que hacen que recuerdes más o menos intensamente un viaje, ¿verdad?
Tengo pendiente Roma, ahora que caigo...

Regalp dijo...

Quiet, ese momento que describes también parece muy especial, con mucho encanto.

Yo tengo muchos de esos y es probable que estés en lo cierto con lo que comentas, que esas cosas que recuerdas de los viajes, hacen que sean más o menos interesantes.

Las sensaciones que te provoca algo, suelen ser más importantes que ese algo en sí mismo.

Bicos y feliz navidad

Anónimo dijo...

Sólo decir que cuando la escuché me quedé totalmente maravillada y sin palabras....precioso...

JL dijo...

Increíble, me gustan mucho los cantantes callejeros. Este lo hace muy bien, y el momento seguro que es inolvidable por el lugar.
Yo también he soñado siempre con tocar la guitarra y tengo en casa la de mi mujer, ahora falta encontrar tiempo.

Saludos

Regalp dijo...

Bienvenido a mi ventana JL,
tal y como dices, no sólo es la calidad de la gente que toca en la calle, sino que el entorno, la situación, el momento, etc, hace que estas cosas tengan mucha magia.

Sobre tocar la guitarra, yo te animo. Siempre había querido hacerlo y hace 2 años me decidí y me compré una, sin tener ni idea. Hoy después de un año dando 1 hora de clase por semana (y no siempre), puedo decir que algo ya toco, alguna canción que otra y que a base de practicar, se puede aprender.

Saludos