3 sept 2010

El síndrome de Pancho

Después de explicar cómo fueron mis veranos en la adolescencia, hoy explicaré lo que llamo como el “síndrome de Pancho”.

Como he dicho en alguna otra entrada, septiembre es, para mí, el peor mes del año. Es un mes muy triste y deprimente, demasiado nostálgico. Y lo es por el llamado síndrome de Pancho.

Cuando el verano tocaba a su fin y sus padres tenían que reincorporarse a sus puestos de trabajo, nuestros amigos veraneantes tenían que volver a sus lugares de origen, a retomar su rutina de vida. Aunque separarse siempre era duro, ellos tenían algunos alicientes y es que volvían a ver a sus amigos de todo el año, después de uno o dos meses sin verlos.

El problema era para aquellos que nos quedábamos, ya que no había amigos nuevos a los que ver, simplemente esperar a que pasase rápido septiembre para volver a las clases y allí sí, volver a ver a aquellos compañeros que no veíamos desde junio. Pero mientras tanto… había que superar el mes de septiembre, sin mucho que hacer, con los días más cortos, con las primeras noches fresquitas, con una tristeza en el ambiente, que parecía que no pasaba nada.

Ese es el llamado síndrome de Pancho, que era aquel personaje de Verano Azul, que era el único que era del pueblo al que iban todos de vacaciones. Pancho seguía trabajando en el pueblo mientras sus amigos se iban a la playa, pero aprovechaba para hacer cosas con ellos en su tiempo libre. Sin embargo, llegado el final del verano, todos se iban y Pancho se quedaba allí, mientras sus amigos volvían a la capital, en dónde seguían viéndose. Pancho no. Pancho no les volvería a ver hasta el año siguiente, mientras seguía pasando por el mismo pueblo, por las mismas calles y mismas playas, en las que un tiempo atrás habían compartido tantas cosas.



Para alguien tan nostálgico como yo, siempre es preferible se el turista, que no el Pancho de turno. No he tenido (hasta que he sido adulto y me he ido fuera a vivir), esa sensación tan especial que tendrían mis amigos el primer día de vacaciones, cuando estaban llegando al pueblo, después de 10 u 11 meses sin verlo. Cuando veían por la ventanilla del coche acercarse su destino. Esa ilusión por ver, después de tanto tiempo a tus amigos, con los que habías mantenido el contacto por carta. No lo he vivido y, en parte, me hubiese gustado.

A mí me ha tocado ser siempre Pancho…

12 comentarios:

Ellyllon dijo...

Y a mí también me ha tocado.

Es lo que tiene vivir en un sitio turístico en verano.

Qué recuerdos me ha traído verano azul...

Un besazo
Elly

Nuria dijo...

Ahora ya entiendo el por qué de tanta nostalgia al llegar este mes del año.
A mí septiembre me encaaaaaaanta.
Besosss

Rose dijo...

Regalp, qué bonito!!, me ha encantado!!!, ahora entiendo tu poco apego a septiembre, a pesar de que lleva tristeza y melancolía, es precioso, de verdad. De todas maneras, he de decirte, que a mi me sucede algo que es muy extraño, cuando voy a algún sitio, cuando regreso a casa, estoy 2/3 días fuera de onda, sin encontrar mi sitio y deseando volver a irme;medio tristona, no es la misma sensación que la tuya, evidentemente, pero que sepas que también suceden cosas en sentido inverso, es una sensación extraña. De todas maneras, tu síndrome de Pacho ha dado para una entrada maravillosa, de verdad. Un besote y feliz finde.

LOLA dijo...

Me ha encantado leer esta entrada. Para mí Septiembre siempre ha sido un mes triste, me da mal rollito esas primeras tormentas que te pillan sin avisar y luego te dejan helado como un pollo y sin mas que la típica chaquetita que no calienta nada y que huele raro porque se pasa once meses y medio en el armario.
buen finde

Mar dijo...

Hola, Regalp:

Alguna vez has pensado en las personas que han vivido lo contrario? Esto es, quién se ha ido de vacaciones cada año a un sitio distinto, ha conocido gente, se ha encariñado con esa gente y o ya no la vuelve a ver o mantiene el contacto una serie de años, pero lo acaba perdiendo.

A mí sí me ha pasado eso. Por el camino me he dejado a muchas personas (niños, jóvenes y mayores, hasta incluso, algún amor) a los que me hubiera gustado haber seguido viendo durante toda mi vida.

Besos.

Regalp dijo...

Elly, todavía conservas amistades de esa época?

Tienes razón en lo de los sitios turísticos, pero en mi caso es más por ser un pueblo emigrante que por ser un destino de paso.

Bicos

Regalp dijo...

Nuria,este es uno de los motivos, pero en general es un mes que me apaga. Sin embargo me encanta octubre, con sus colores, con sus olores, en Galicia es precioso.

Bicos

Regalp dijo...

Rose, yo creo que eso le pasa a mucha gente. Cuando te vas varios días, al volver hay que reubicarse y todavía llevas en la piel las experiencias que acabas de vivir.

Bicos

Regalp dijo...

Lola, buena anécdota la de la chaqueta, jeje.

Pronto llega octubre y a mi me encanta.

Bicos

Regalp dijo...

Mar, en mi caso es distinto. Yo claro que he pensado en la gente que venía, porque además ellos mismos me contaban sus experiencias, sus nervios la noche antes de volver, cuándo se iban acercando al pueblo el día de la llegada y empezaban a ver a los vecinos, sus sensaciones cuando se iban o también cuando les contábamos cosas que habían pasado en el pueblo en su ausencia. Todo eso lo conozco muy bien.

No es el caso que comentas de gente que en momento determinado pasó por tu vida, sino de años de una relación que apenas duraba unos días.

De todos modos, soy de los que pienso que a pesar de las dificultades, si hay voluntad, cualquier relación puede durar en el tiempo, con mayores o menores dificultades, pero se puede.

Bicos

Anónimo dijo...

Un exnovio mio me hizo sentir esa ilusión una vez. Su pueblo está en Orense, en invierno solo viven allí 5 personas, en verano se llena de hijos, nietos y ya ahora, bisnietos que vienen de todos los sitios imaginables: suiza, alemania, cáceres, barcelona... y como no de Vigo...

Cada año nos íbamos a pasar allí las fiestas para reunirse de nuevo. Formé parte de esa ilusión del regreso al pueblo, y es muy emotiva y entrañable.

Regalp dijo...

Bolboreta, la parte difícil se la lleva siempre el que se queda en el pueblo y más, en casos como el que cuentas, de un pueblo de apenas unos pocos vecinos.

Se hace duro ver marchar a la gente y recorrer los caminos, parques, etc, que se quedan tan vacíos.

Bicos