7 may 2009

Sueños rotos

Aunque parezca que lo que voy a escribir son los lamentos que emanan del alma por ver el tiempo transcurrir, en este caso no se trata de eso. Son reflexiones profundas, quizás amargas, pero no suponen caer en la dejadez, en la rutina, en el darse por vencido. Al menos no lo son conscientemente.
Estoy en un momento en el que creo que puedo hablar con mayor perspectiva, hay un camino por delante, pero también hay un camino recorrido. En estos momentos, cuando la vida va pasando día a día, hora a hora, me doy cuenta de que ya no hay tantas cosas nuevas por descubrir, hay muchas, cierto, pero ya no tantas como había tiempo atrás.
Recuerdo con nostalgia aquellos atardeceres de viernes, cuando la gente se echaba a la calle, cuando todo parecía cobrar vida de golpe, como preparándose para el comienzo de algo, lo distintas que eran aquellas tardes de las del resto de la semana... En aquellas tardes, lejanas ya, había un mundo por construír, ibas sembrando las semillas de la planta de la vida y lo mejor, es que todo estaba por construír, no había límites, sólo los que uno se iba marcando.
No sabes qué va a ser de tu vida, pero esa incertidumbre tiene algo de mágico, de ilusionante y lo mejor de todo es que disfrutas andando el camino, porque no hay meta a la vista.
El tiempo va pasando, vas dejando atrás encrucijadas y escogiendo tu camino, tomando decisiones, obrando en consecuencia y claro, en ciertos casos ya no hay vuelta atrás. No vuelve a haber un día más en tu vida en el que tienes 20 años y quieres ser abogado, mientras preparas un examen de dcho. comunitario, mientras sueñas con defender delante de un jurado una causa penal, ahora hay muchas cosas que ya no vas a hacer. Seguro que todo el mundo pensaría que esta es una visión pesimista de la vida, yo no la escribo con esa intención, solamente constato que hay cosas que ya se que no voy a hacer, cosas que por los caminos que he escogido, no puedo ya llegar a conseguir. Lo asumo, sin duda. Quedan todavía muchas otras que sí podré lograr.
No obstante, viendo la vida pasar, reconozco que me duele, que tengo cierta sensación de pérdida, de no abarcar todo aquello que quisiera.
Intentas seguir el camino correcto, ser fiel a tí mismo y a pesar de todo, no siempre recoges el fruto que tan bien has sembrado, que tan bien has regado, que tan bien has mimado, simplemente no está.
No siempre recibes el mismo trato de los que te rodean, como el que tú das a los demás.
No siempre recibes la confianza que otorgas.
No siempre contagias la misma ilusión que tú sientes.
No siempre te quieren de la misma manera que tu quieres.
No siempre te aman, de la misma manera que tu lo haces.
Si veo hacia atrás, probablemente esta sea la persona en la que me quería convertir, fiel a si misma, con la cabeza alta, sincera, respetuosa, tolerante, objetiva, humilde, sin embargo, el mundo que me rodea no es acorde a todo esto. Quizás me centré demasiado en cómo quería ser como persona, en que tipo de ser humano quería convertirme, que no me dí cuenta de que también el entorno es importante.
Siento nostalgia, sí, de aquellos tiempos en los que estaba todo por hacer, de los miedos que se sentían al ver hacia el futuro, porque aquellos miedos me hacían sentir muy vivo, hacían que disfrutase de cada momento que estaba viviendo.
La felicidad no es la meta, sin duda la felicidad es el camino. El mío lo era, un camino lleno de obstáculos, pero nítido. Lo disfrutaba muchísimo, porque no se había muerto ninguna de las plantas que estaba regando, todas iban creciendo, unas mejor otras peor, pero todas iban creciendo. Ahora se me ha muerto alguna, ¡Quien mucho abarca...!
Se me han escapado de las manos algunas de las cosas más importantes que tenía, unas más tangibles y otras más etéreas, cosas reales y sensaciones, dá igual, el caso es que algunas de esas plantas han desaparecido del jardín. Y parece muy dificil sembrar otra vez, porque hay ciertas cosas que sólo tienen razón de ser en un momento de la vida. Sólo hay un primer amor, sólo hay un primer beso, sólo hay un primer concierto, sólo hay una primera impresión....
Dentro de 10 años (espero que haya muchos años más), tendré más perspectiva que la que tengo ahora y seguro que valoro las cosas de forma distinta, pero hoy, con la claridad de la madrugada, tal y como siempre me gustó reflexionar, veo que la realidad que me toca vivir en este momento no me gusta, no la quiero, no me gusta renunciar a nada y me veo obligado a hacerlo.
Hay personas a las que tengo que dejar pasar, que sigan su camino, hay cosas que sé que jamás seré, hay cosas que sé que jamás conseguiré.... y no me gusta que se me rompan los sueños.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Parece como se nos tiveramos posto dacordo para deitarnos onte coa cabeza agachada. A miúdo penso que a nostalxia dos anos atrás (os anos de instituto, a facultade, as tardes de sorrisos cando as responsabilidades consistían en chegar a casa a unha hora prudencial e en aprobar os exames...) nunca me vai abandonar. Creo que vou arrastrar esta sensación de pérdida para sempre, e que precisamente por iso é mellor acostumarme. Claro que si, hai cousas que foron e non van volver, pero tamén hai moitas outras por vir e só por iso cada minuto debería estar dotado dun mínimo de emoción. Sen embargo, non é así. A ilusión de hoxe non é a misma da de hai dez anos. Supoño que algo ten que ver o feito de que nós xa non somos os mesmos.
E sabes que? Que a min tampouco me gusta que se rompan os teus soños, pero mirándoo polo lado positivo (se é que o ten), se algún soño se te rompe, pensa no bonito que será recompoñelo ou transformalo noutro diferente.
Non imos ter 20 anos nunca máis, pero tampouco 30, nin 31, nin 32. Hoxe, coa personalidade xa formada e sendo consciente como es da túa condición de persoa honesta, da túa intelixencia, da túa capacidade de querer e de poñerte no lugar dos demais, da túa sinceridade... deberías pechar a caixa de madeira na que gardas a mirada dos que non valoran todas esas calidades e darme a min a chave.
E se hai plantas que morreron, collemos o coche, imos a un viveiro e mercamos semillas de cores para montar outro xardín cun sol xigante que o enchoupe de luz.
Como di unha vella coñecida: a felicidade dorme en todos os peitos; tamén no teu. Só hai que facela espertar.

Anónimo dijo...

Yo, cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que tuve muchos sueños que no llegué a cumplir por diversas circunstancias. Hay alguno de ellos, que de haber cumplido, quizá me hubiera hecho más feliz...o no? Yo creo que todas en algún momento hemos dejado sueños atrás, pero haber dejado esa historia y haber elegido otra, simplemente representa lo que eres hoy.
Creo que la clave está en no entenderlo como pérdida, sino como aprendizaje.
Recuerdas el motivo por el que dejaste de luchar para tener X profesión, pues aprende de ello y empieza a luchar por los sueños que tienes hoy.
No permitas que haber perdido cosas te haga seguir perdiendo eternamente, cuando dentro de 2 años leas estas entradas, te arrepentirás de haber perdido el tiempo sufriendo en lugar de luchar y te pasarás así la vida.
Creo que hacernos mayores tiene que servir para aprender y empezar a hacer las cosas mejor. Lamentarse no sirve de nada, sobre todo cuando la solución está en tu mano, esperando a que te decidas a actuar.

Regalp dijo...

Sé que probablemente la sensación que puede dar el post es la de autocompasión o la de que estoy lamiendo mis heridas, pero la verdad es que no es así.
Lo que pasa es que probablemente sea cierto que siempre he sido muy ambicioso y exigente conmigo mismo y el hecho de renunciar a cosas, pues no lo llevo bien, aunque esté plenamente convencido de que escojo el camino correcto.
Y no se trata de trabajos o actividades, creo que para eso siempre hay tiempo, se trata de sentimientos y sensaciones que ya no vuelven.
Y eso... sí que es una pérdida. No sirve de nada la flagelación inutil, sí la autocrítica constructiva. Puede ser más sencillo entenderlo todo como un aprendizaje, pero no es real, no siempre es así. La mejor forma de sobrellevar estas cosas no es cambiándole el nombre, sino asumirlas, saber asumirlas, interiorizarlas.

Anónimo dijo...

Asumir e interiorizar es una vía muy util porque te permite crecer. El problema es que a veces, encontramos regocijo en el dolor y entramos en un bucle del que es muy dificil salir.
Efectivamente, estoy de acuerdo en que la autocrítica nos hace más libres (sobre todo de nosotros mismos), pero hay dolores en nuestras entrañas que si dejamos brotar debemos estar bien acompañados y muy serenos para poder dar la cobertura necesaria a esas sensaciones. Me refiero claramente al apoyo profesional. No dudo de las capacidades de cada uno de nosotros para solucionar conflictos interiores, pero sí creo que el apoyo puede ayudar a sufir menos y con ese sfrumiento controlado.
Regalp, todo esto es genérico, son pautas que utilizo para mí misma y que te comento desde la más absoluta ignoracia de quién eres y tus circunstacias. Para mí estos comentarios pretenden ser una vuelta de tuerca a lo ya pensado y planteado por tí, pero si me paso, me lo dices.

Regalp dijo...

No te pasas en absoluto, es bueno tener puntos de vista diferentes.
De todas formas esto simplemente es un pensamiento en voz alta, no un trastorno problemático.
Creo que no conlleva un trauma digno de calificarse como tal, solamente es una reflexión en voz alta.
Gracias por tus opiniones, seas quien seas.