Mi vida ha cambiado, sin duda para bien. Es increíble echar un vistazo hacia atrás y darte cuenta de lo diferente que es tu vida con respecto a lo que era hace apenas 2 años. Pero a grandes rasgos, mi vida es mejor ahora.
Profesionalmente me siento establecido. No estabilizado, porque los comienzos en esta profesión son duros. Cuesta encontrar una entrada de ingresos constante en el tiempo, pero poco a poco las cosas van saliendo y sobre todo, poco a poco me voy sintiendo más seguro y preparado.
Personalmente ha habido grandes cambios, enormes.
He cambiado de residencia, de pareja y de forma de ver y valorar la vida.
Uno no es consciente, hasta que no ha pasado un tiempo desde que se cambia de rumbo, de las dinámicas en las que se está atrapado, como en una espiral infinita de la que no es posible salir, básicamente porque no se es consciente de esa situación.
No era yo, era un fantasma. Atrapado en una vida gris, sin darme cuenta de ello. Había perdido mi esencia, mi yo. Lo peor no era lo gris en que se había convertido todo, sino el no darme cuenta de ello o incluso el saber inconscientemente que algo no iba bien, pero compensaba dejarse ir.
Cierto que no todo era negativo, la verdad es que había momentos bonitos, como islas en medio del océano, que aparentaban compensar todo lo demás. Afortunadamente supe tomar el barco a tierra y volver al continente a tiempo.
Hace unos meses todo cambió, todo recobró el color, las cosas empezaron a volver a su sitio y como consecuencia de ese reencuentro conmigo mismo, apareció ELLA. Ella le ha dado sentido a todo ese cambio, ha recogido el fruto de la metamorfosis sufrida, sabiendo ver más allá. Sin necesidad de explicaciones, sólo con una mirada ya me conocía.
La vida ha empezado a transcurrir por donde debía, encajando de nuevo la vía que había descarrilado tiempo atrás.
Hace ya un tiempo que se abre un futuro prometedor, ilusionante y definitivo a través de este presente tan especial. Esta vez sí. En cuanto cruzamos las miradas, yo sabía que sí, que todo tenía sentido, quizás más tarde de lo esperado, pero al fin llegaba lo que añoraba desde siempre.
La echaba de menos antes de conocerla y de eso me di cuenta la misma noche que compartimos confidencias por primera vez. Era como releer un libro ya conocido. Así ha sido desde ese momento. Lo sorprendente fue la facilidad para encajar, como si fuésemos piezas del mismo puzzle, que después de años separadas en cajas distintas en el desván, al fin vuelven a ponerse sobre el mismo tapete y unirse formando una imagen hermosa, que por separado apenas se podía adivinar.
Y mientras todos los planes de futuro, van convirtiéndose en presente, sólo espero que la vida, que en otras ocasiones trajo sinsabores y erróneas decisiones, sume en este camino y nos deje ser nosotros mismos durante todo el tiempo posible. Mientras tanto, nosotros trataremos de no meter la pata y no hacer difícil lo que está resultando tan fácil.
No sé cuándo volveré a asomarme a esta mi ventana, pero estoy seguro de que será para contar las cosas bonitas que me seguirán pasando, desde que todo cambió aquella noche de enero de 2016.
Sed felices, yo estoy en ello.