Hace hoy una semana me sentía un poco pocho, débil, como si me se me hubiese descargado la energía del cuerpo. El caso es que llegué a casa, después de trabajar y me quedé traspuesto en el sofá, hecho polvo.
Tan hecho polvo estaba, que esa misma noche decidí que no iría a trabajar el viernes. Supuse que con la llegada del fin de semana, recuperaría la energía y estaría listo para empezar con fuerzas la semana. Qué equivocado estaba!
Después de pasar una noche de viernes horrible, con fiebre y tremendos dolores, el sábado a primera hora de la mañana estaba en la sala de urgencias del centro de salud, esperando que me tocase un doctor/a magnífico que me aliviase y curase de todos mis males. Bueno... no es que fuese un fuera de serie el doctor en cuestión, pero me dió unos antibióticos y me dijo que tuviese paciencia. Tratamiento para 10 días, amigdalitis y otitis.
Desde que tenía 4 o 5 años no había vuelto a tener un dolor de oídos y joer, como duele. Así que me tomé puntualmente mi tratamiento y confié en que pudiese estar recuperado, al menos del dolor, para el domingo. Mi gozo en un pozo...
El lunes tampoco fuí a trabajar y hoy que es jueves, aunque no tengo ningún tipo de dolor, sigo medio sordo del oído derecho y es un coñazo. Noto ruídos molestos, como si hubiese algún tipo de mudanza dentro, pero a pesar de ser muy obediente con el tratamiento, estoy empezando a estar hasta las narices de este rollo.
No suelo ponerme enfermo, por suerte, ya que odio esto, la sensación de no estar bien del todo y me doy cuenta de lo poco que valoramos la salud cuando estamos bien.
Y no sé si os habíais dado cuenta, pero cuando uno está acostumbrado a hablar por teléfono con el auricular en la oreja derecha, es un coñazo auténtico hacerlo con la oreja izquierda...
8 comentarios:
Hoy por hoy creo que es un coñazo todo lo que tenga que ver con la derecha y con la izquierda... pero hablando de tu post, tienes toda la razón en cuanto a la poca importancia que le damos a la salud cuando estamos sanos (yo hace tiempo que le doy muchísima importancia)y lo hecho polvos que nos deja física y psíquicamente cuando nos abandona... así de simples somos en todo,anhelando banalidades y olvidándonos de valorar lo realmente importante.
Muchísimos besiños y un abrazo enorme.Ojalá en breve escribas otro post en el que nos cuentes que el pitido ya ha abandonado tu oido para siempre y que tus llamadas de teléfono ya pueden ser atendidas con la oreja derecha.
Hola, he descubierto tu blog a través de un comentario que dejaste en el blog de laquesigueaqui y me gustó así que seguiré asomándome a tu ventana.
Un saludo.
Se me olvidaba mejórate de tu dolor de oídos.
Anónimo, totalmente de acuerdo contigo, pero cuesta cumplir realmente lo de no olvidarse de lo mal que se está cuando se está mal, cuando estamos bien.
Y no puedes imaginarte el coñazo que es hablar con alguien por teléfono por el oído contrario al que se hace habitualmente.
Sobre lo de izquierdas y derechas, pues sí, es toda una aventura hoy en día, pero yo tengo muy claro hacia dónde se orientan mis tendencias y eso no lo cambia la oreja en la que apoye el teléfono.
Nuria, bienvenida a mi ventana, gracias por tus palabras y vuelve cuando quieras.
Muchas gracias por pasarte por mi blog. Tengo que echarle una ojeada al tuyo cuando tenga más tiempo.
Del post de hoy, qué razón tienes! No valoramos la salud hasta que la perdemos.
Un beso.
Bienvenida "laquesigueaqui", pásate por mi ventana cuando quieras.
Hola! jo, siento q estés pachuchillo...ya verás como se pasa pronto...me ha hecho gracia lo del auricular del teléfono pq es cierto q son pequeños detalles q no te das cuenta hasta q te ves obligado a hacerlo. en fin, se bueno y tómate todas las medicinas. ah! gracias por volver a pasar por mi blog. un beso
Gracias Jacaranda, yo sigo tomándome las medicinas, pero la cosa no acaba de mejorar.
Iré al médico para que vea si es que se me ha colado algún gremlim en el oído.
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